La rosácea y la cuperosis son lesiones vasculares que se dan con frecuencia en personas de piel muy clara. Mientras que la rosácea es una alteración crónica que produce enrojecimiento y formación de acné y tiende a aparecer por predisposición genética o alteraciones biológicas, la cuperosis se caracteriza por la aparición de pequeñas venas varicosas de tonalidades púrpuras y rojizas. Estas suelen localizarse en los pómulos y las aletas de la nariz, y por lo general están relacionadas con el consumo continuo de determinadas sustancias (café, tabaco, alcohol, alimentos picantes) y la exposición excesiva de la piel (radiación solar, corticoides tópicos).

¿Por qué con luz pulsada?

Los tratamientos de estas problemáticas están relacionados con la gravedad de sus signos y síntomas. Por eso, para que las soluciones sean eficaces, es imprescindible contar primero con un buen diagnóstico. Aunque hay diferentes métodos para tratar las lesiones vasculares está clínicamente probado que los tratamientos de luz pulsada son los más eficaces, puesto que las emisiones de luz se concentran en los picos de emisión de hemoglobina para suprimir los excesos.

Ha llegado el frío, ¡es el momento!

Después de tratar lesiones vasculares es imprescindible evitar exponer la piel a la luz solar directa. Por eso la mejor época del año para someterse a una intervención de estas características son los meses de otoño e invierno, cuando las temperaturas son bajas y el clima es menos soleado que en los periodos estivales.

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