La nariz es una de las zonas más importantes de la cara, ya no solo porque se ubica en el centro de la cara si no porque es uno de los elementos que más personalidad nos otorga. No obstante, no todo el mundo se siente cómodo con su nariz y son muchos los que deciden cambiar de aspecto y mejora la armonía del rostro mediante una Rinoplastia o una Rinomodelación.

Nuevo paradigma estético

Según el canon de belleza actual, una nariz para considerarse bonita ha de ser pequeña, ligeramente respingona y con formas redondeadas. En este sentido, las personas con narices prominentes o que se encuentran fuera de ese canon sufren un gran complejo e inseguridad.

Así mismo, a diferencia de unos años atrás, cada vez más personas demandan un resultado individualizado que respete su propia identidad y reivindican fisionomías más allá de la blanca y occidental. Los pacientes actuales quieren conservar la herencia  genética y huir de la cara clónica, respetando en lo posible la estructura y minimizar la extracción de la nariz.

Rinoplastia vs Rinomodelación

Cuando queremos modificar la forma de la nariz tenemos dos opciones: rinoplastia o rinomodelación, ésta última sin cirugía.

La Rinoplastia es la cirugía más conocida y consiste en la corrección quirúrgica de las alteraciones estéticas de la nariz. Según la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE), esta intervención se encuentra entre las cinco intervenciones más habituales en España, sobre todo entre las mujeres de entre 18 y 45 años. 

Con esta técnica podemos disminuir o aumentar su tamaño, cambiar la forma de la punta o del dorso, estrechar los orificios nasales o variar el ángulo entre la nariz y el labio superior con resultados prácticamente inmediatos y sin cicatrices. Asimismo, también sirve para mejorar los problemas congénitos, los traumatismos y algunos problemas respiratorios.

Actualmente se realizan dos tipos de cirugía; la rinoplastia abierta, en la que se practica un corte en la zona media de la nariz para acceder mejor a los huesos y cartílagos. Y la Rinoplastia cerrada, que consiste en acceder a la nariz a través de las fosas nasales para llevarla a cabo por dentro sin dejar cicatrices.

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Un hecho importante a recalcar es el postoperatorio de la rinoplastia, ya que no es doloroso, pero sí es incómodo. Puesto que habrá que llevar una férula nasal en el dorso y unos tapones nasales durante 1-2 días. En cualquier caso, esta incomodidad es bien soportable y nunca exagerada.

Por otra parte la Rinomodelación, es una alternativa que nos permite corregir aspectos fundamentales de la forma de la nariz sin necesidad de una intervención quirúrgica y con menor coste. Sin embargo, con este procedimiento no podemos lograr los mismos resultados que con la rinoplastia aunque mejora de forma ambulatoria deformidades nasales y el aspecto general de nuestro apéndice.

Muchos pacientes demandan una rinomodelación principalmente para eliminar la curvatura nasal, mientras que otros encuentran en ella un tratamiento facial perfecto sus necesidades concretas como; Mejorar las irregularidades tanto del caballete como la punta nasal, perfilar la punta de la nariz, corregir asimetrías y rectificar la desviación nasal o modificar el cierre del ángulo naso labial y la caída de la punta.

Sin embargo, no es apta para personas que poseen un caballete muy marcado y prominente,, ya que esta técnica no permite reparar la base ósea. Para ello, recomendamos preguntar por una rinoplastia.

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