El Baby B es un término importado de los Estados Unidos y con él los y las profesionales de la medicina estética se refieren a inyectar una cantidad de toxina botulínica en el paciente a modo preventivo.
Era algo necesario en el país de los excesos, donde los rostros perdían expresividad y causaban en el resto del mundo reacciones adversas hacia un tratamiento con esta sustancia.
En Europa, afortunadamente, las clínicas estéticas y sus equipos no cometen esos excesos y el Baby B se utiliza para prevenir en personas jóvenes las arrugas de expresión, no tanto para tratarlas o hacerlas desaparecer.
Dosis mínima de toxina
El Baby B aplica mucha menos cantidad de la que se usa habitualmente en los tratamientos con toxina botulínica tipo A, consiguiendo como resultado una tez mucho más uniforme que sigue manteniendo su expresión natural.
Esta proteína se ha ganado una reputación dudosa por las imágenes difundidas de actrices y actores con los rasgos congelados, pero eso es culpa de una mala técnica, no necesariamente del procedimiento en sí mismo. Es muy importante saber en manos de quien nos ponemos a la hora de inyectar toxina botulínica.
Sin embargo, debemos recordar que su aplicación no es algo nuevo ya que empezó a usarse en medicina en 1980 y se trata de una proteína que relaja la musculatura. Realmente su uso bloquea los impulsos nerviosos y minimiza la contracción muscular, lo que hace que las líneas de expresión y arrugas se suavicen hasta desparecer.
Podemos considerarlo un tratamiento con efecto flash, porque a los 3 días ya se empieza a notar que las arruguitas finas de expresión (entrecejo, patas de gallo) … comienzan a difuminarse, aunque sus efectos tienden a desaparecer paulatinamente a partir de los 3-4 meses siendo importante repetir el tratamiento cada 6.
A partir de 35 años
En un reciente informe de la Asociación Española de Medicina Estética, que coincide también con el de la Asociación de Cirugía Estética, como comentábamos en nuestro anterior post, podemos leer como el perfil del consumidor actual ha variado mucho en los últimos años.
Hay una tendencia creciente sobre el inicio en el mundo de la Medicina Estética a edades, cada vez más tempranas. Si hablamos de tratamientos faciales, corporales y capilares el perfil del consumidor se sitúa en torno a los 28- 32 años y en 35-39 años para tratamientos de prevención antiaging.
La aparición de los selfies, la difusión que la medicina estética tiene en las redes sociales y la influencia que estas tienen sobre los jóvenes, ha hecho que los menores de 26 años se introduzcan en el mundo de la Medicina Estética a través de tratamientos preventivos.
Desde la Clínica Euskalduna, Grupo Muguerza-Franco os animamos a realizaros un diagnóstico personalizado para determinar qué tratamientos son más adecuados en cada caso para mejorar el aspecto de la piel y prevenir los efectos del paso del tiempo. Pero eso sí, con lógica, cuando sea necesario, a la edad conveniente y primando siempre la salud de nuestros pacientes.